Nuestros autos no son solo medios de transporte, también son generadores de grandes recuerdos, y el Audi SQ7 es ideal para que estos sean inolvidables.
Por alguna curiosa coincidencia, la mayor parte de mis viajes más memorables han sido a bordo de un vehículo Audi: la Riviera Maya en un A4 (2008), un road trip desde la Ciudad de México hasta Chicago y de regreso a bordo de un Q3 (2012) y el lanzamiento de la segunda generación del Q7 en Panamá (2015) son los que encabezan dicha lista… y hoy, el Audi SQ7 se suma a ella.
La premisa ya era de por sí atractiva: hacer glamping con Claudia –mi esposa– en Picocanoa Rodavento, hotel de aventura que se encuentra en Jalcomulco, un pequeño paraíso en la zona central de Veracruz, al cual nos transportaríamos precisamente en un Audi SQ7, vehículo que, desde el momento en que te pones al volante, te genera un cómodo ambiente que te aisla del mundo exterior, donde el trayecto resulta tan relevante como el propio destino.
Audi SQ7 SUV en la otra selva… la de asfalto
Así que poca mella hizo en nuestro ánimo el terrible tráfico de viernes por la tarde en la capital del país, gracias al generoso espacio interior del Audi SQ7, además de la claridad de su cockpit virtual de alta resolución. Audi entiende muy bien la importancia de que el tiempo que pasamos a bordo de un vehículo sea en un ambiente de lo más placentero; así que preparamos un playlist adecuado para la ocasión y unos señores de apellidos Bang y Olufsen se encargaron del resto.
Los 507 caballos del poderoso V8 TFSI de 4.0 litros comenzaron a mostrarnos sus virtudes una vez que tomamos carretera. La lluvia que nos acompañó durante buena parte del trayecto pasó a ser un elemento secundario, gracias a la visibilidad que nos transmitieron los faros Audi Matrix LED HD con luz láser, actuando en perfecta armonía con la tracción quattro permanente y la suspensión neumática deportiva adaptativa del Audi SQ7: un absoluto “avión” que no se limita a entregarte una potencia brutal, sino que lo hace con una completa sensación de seguridad al rodar.
Nos instalamos ya bien entrada la noche y la diversión comenzó a la mañana siguiente, muy temprano. Una sesión de senderismo nos llevó desde la ribera del Río Pescados hasta la cima del Cerro Acuamali acompañados por Daniel, nuestro guía, quien en todo momento nos describió con precisión cada flor, árbol frutal, planta medicinal y pequeña especie animal que se cruzó con nosotros durante la caminata… y la naturaleza, en todo su esplendor, colmando nuestros sentidos a cada paso.
Un suculento desayuno nos esperaba para compensar las calorías quemadas y un par de horas a la orilla de la alberca fueron el preámbulo perfecto antes de tomar un revitalizante masaje holístico. El clima era perfecto, por lo que decidimos abordar nuevamente el Audi SQ7 para acercarnos al centro del pueblo. Sí, lo sé: pudimos haber caminado hasta allá… pero cualquier pretexto era bueno para disfrutar de “nuestra” nave.
Puebleando con el Audi SQ7
Y si hay algo que compite con la belleza natural de Veracruz es justamente la calidez de su gente, por lo que el paseo fue de lo más agradable; curiosamente nos volvimos a encontrar con el buen Daniel (el guía durante la caminata matinal), quien no dudó en invitarnos a compartir con su familia los elotes que recién habían cosechado, y aunque tuvimos que declinar la cortesía por falta de tiempo, nos llevamos en el corazón su linda muestra de cariño.
Nos habría encantado contar con más tiempo para disfrutar del resto de actividades que ofrece Picocanoa Rodavento, pero el tiempo no estaba de nuestro lado y tuvimos que emprender el regreso, aunque con la firme idea de volver –en un plan más familiar– en la primera oportunidad que se presente. Como consuelo, aún nos quedaba una buena jornada de manejo a bordo del Audi SQ7, uno de los autos más emocionantes que he manejado en familia… y que vuelve a poner a la marca de los cuatro aros en el entrañable mapa de mis mejores recuerdos viajeros.